martes, 22 de diciembre de 2015

Un especial regalo por Navidad #Naviblogger #ReivindicandoBlogger


Ya se había hecho de noche mientras esperaba sobre el capo del todoterreno de Meisner. El tren, que había empezado a circular hacia poco mas de un mes, se retrasaba, impacientándome. Tenia una gran sorpresa para el hombre lobo que se hacia esperar y no estaba seguro de como se lo iba a tomar.

Encendí los focos para no quedarme a oscuras en el parking de la estación. El viento soplaba pero aun no hacia el frío propio de la época navideña.

El silencio fue roto por el chirriante frenazo del tren que se aproximaba, lo que indicaba su proximidad y disparaba mi nerviosismo. Me obligue a inspirar e inspirar profundamente varias veces y a tumbarme de nuevo sobre el capo para ver las pequeñas luces titilantes del cielo.

Las puertas de la estación se abrieron dejando ver al hombre lobo con el pelo rubio, cuerpo atlético y andar despreocupado, que sonrió cuando me vio. Corrió hasta mi y me cogió antes de que me bajara del capo, quedándome en sus brazos.

Fue un abrazo cálido, como siempre, acompañado de un beso discreto pero apasionado.

-Traje tu coche pensando que te gustaría conducirlo.- Dije mientras le tendía las llaves.

-Gracias por el detalle.- murmuró y me dio un beso en la mejilla mientras me dejaba en el suelo.- pero estoy cansado y prefiero que conduzcas tu. Esos trenes son terribles para dormir.

Asentí y me senté en el puesto del conductor. Arranque la bestia metálica y conduje por la carretera. Nuestro destino estaba a poco mas de una hora.

Quise preguntar al chico que tal el viaje. Sabia que las reuniones habían estado bien y habían ayudado a muchas regiones del planeta. Pero el hombre se había quedado dormido. De normal era yo quien viajaba ahí y solía ser yo quien se quedaba dormido.

Evite todos los baches que pude pero aun así había alguno inevitable y aun así el hombre lobo no se despertó.

Cuando aparque frente a la mansión que ahora era nuestra casa me dio pena despertarme. Le agite suavemente hasta que levanto la cabeza y se despejo.

-Bienvenido de vuelta a casa.-dije.

Nos bajamos del coche y caminamos hasta la puerta.

-Antes de que entres... Prométeme que no te enfadaras...

-Me preocupa que digas eso... Y no, no te prometo no enfadarme, prometo no romper nada de mucho valor.

-Me vale.- Contesté encogiendo los hombros y abriendo la puerta.

Tras esta estaba el hall y una escalinata que llevaba al segundo piso. En la puerta de la derecha que conducía a un enorme comedor esperaban el señor y señora Meisner, los padres del hombre lobo.

-Feliz Navidad.- Exclamaron los dos.

Meisner se quedo paralizado al ver a esas dos personas. No se lo esperaba, desde luego, lo que no supe interpretar si en su interior había alegría o furia.

-Necesito un momento.- contestó el joven licántropo antes de salir corriendo escaleras arriba.

-Hijo...- dijo la mujer con preocupación.

-Ya voy yo... - Me ofrecí antes de que ellos hicieran algo mal.

Subí las escaleras con lentitud, dejando tiempo para que Meisner pudiera asimilar lo que había pasado. No fue difícil seguir su rastro, la puerta de su habitación abierta y la del baño interior cerrada.

Llame suavemente a la puerta y me apoye sobre ella.

-Porque lo has hecho? Sabes como se portaron la ultima vez y todo lo que dijeron.- musitó el hombre desde el interior del baño.

-Lo sé. - Contesté con lentitud, pensando que decir.- Me llamaron para disculparse de lo ocurrido y no me parece justo que no aproveches a tus padres ahora que los tienes. Aprovecha esta ocasión y perdonales ahora que puedes, luego es muy difícil.

La puerta se abrió y casi me caigo al interior. Meisner me sujeto y pude ver sus ojos llenos de tristeza y furia.

-No es justo todo lo que te dijeron.-Contestó.

-Tu tampoco reaccionaste bien cuando nos conocimos.

-¡Porque me pegaste un tiro!- Me reprochó en broma a la vez que me daba un empujoncito.

-Todos mis primeros contactos son difíciles, no les culpes por ello.

-Eres un autentico manipulador.- me contestó con un dedo acusador. Luego tiró de mi y me abrazo con fuerza.- Gracias. Muchas gracias.

Rompimos el abrazo y bajamos las escaleras. La familia Meisner se reunió de nuevo con unos abrazos, besos, disculpas y perdones.

-Ven cielo.- me dijo la señora Meisner.- Puede que no seas mi hijo pero eres de nuestra familia.

Y tiró de mi para unirnos en un abrazo familiar.

Caminamos hasta el comedor que estaba lleno de comida que la señora Meisner había traído y hecho.

-Tu hermana ha llamado y dijo que iba a venir también, con su marido y sus hijos.- dije cautelosamente por si la reacción no era buena.

-¿También vendrán todos esos glotones?-Comentó la madre.

-Toda una reunión familiar.-Contestó el padre.

-Un gran regalo de Navidad.- Susurró Meisner mientras se sentaba en la mesa junto a mi.- Muchas gracias.

1 comentario:

  1. Desde luego es un buen regalo, no sólo reencontrarse con la familia, y por tanto no sólo para Meisner, si no también para todos, que tienen la oportunidad de perdonarse unos a otros y comenzar una vez más. Quizá deberíamos aplicarnos todos un poco el cuento en estas fechas.
    Un detalle: hay cosillas de ortografía mal, como tildes en verbos en pasado o ausencia de "¿". Lo digo porque es algo que a todos se nos puede pasar y por si te animas a corregirlo ^^
    ¡Un abrazo!

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