domingo, 28 de julio de 2013

Epílogo (Eva 14)


Entré en la cafetería, una pequeña cafetería de Nueva York donde el café es cutre y las tartas regulares, pero esta él. Me senté en la mesa donde me sentaba siempre y esperé pacientemente a ser reconocido por el camarero. El chico pareció verme y esbozo una gran sonrisa, pero no dejo de hacer lo que tenía que hacer. Al cabo de cinco minutos apareció a mi lado con una taza de café con vainilla y un pedazo de tarta de limón y se sentó enfrente de mí.
-Tres semanas. -Dijo muy serio.
-Tres semanas.- Repetí lentamente.- Que tendremos que recuperar rápidamente.
Cambié mi sitio y me senté al lado de él, de espaldas al resto de la cafetería. Me incliné sobre él chico y bese su cuello lentamente.
-¿Qué tal has pasado estos días?- Susurré entre beso y beso.
-Fue lento, y aburri... Ah... Para. No puedo concentrarme.
-No hace falta que te concentres...- Murmuré lentamente mientras subía por su cuello y mordisqueaba la oreja.
El chico giro la cabeza y me dejo besarle los labios, dulces y sabrosos, lentamente saboreando cada matiz y disfrutando de su cálido y suave tacto, pasando mi mano por debajo de su camiseta.
-¿A quién hay que llamar para que le pongan un café a uno?
-Será mejor que vayas.- Susurré.
-Sí. Será lo mejor.- Correspondió.
Me volví a sentar en mi silla, dejando sitio para que Zack saliese del rincón en el que le había encerrado.

domingo, 21 de julio de 2013

Demonio (Eva 13)


Cuando las puertas de la torre se abrieron, todos nosotros ya estábamos en formación mirando a la torre. Adam y Alexandra estaban a mi izquierda mientras que Cristopher y Elena se encontraban a mi derecha. Zack se quedó algo más apartado cerca de la orilla del mar. Ellos habían llegado poco después de nosotros y habían estado preparándose para cuando Lia saliese de la torre.
Para este momento.
-Vaya, no me esperaba veros a todos aquí reunidos.- Musito la mujer.- Que conmovedor.
En su mano había una manzana con un único mordisco. Eso "era" Eva.
-Deja Eva, ríndete y podrás salir de aquí con vida.- Dijo Adam, el licántropo, con su potente voz.
-¿Y si no es así? ¿Me vais a matar? - Contestó la mujer con su voz de cierta repelencia.- ¿A caso creéis que podéis matar a un dios?- Continuó dando unos pasos. Importantes pasos.- ¿Unos payasos como vosotros, que os vendéis por unas palabras o un mero chico humano, vais a parar a un todopoderoso dios, como lo soy yo ahora? No lo creo.
-Yo si lo creo. - Y sin tener que hacer nada, Alexandra prendió fuego a una ramita, que prendió el suelo a su alrededor, untado con aceite, repartido por la zona en un círculo, que rodeo rápidamente a la mujer.- Dios o no, sigues siendo un ángel y esto es fuego de aceite santo. No te será fácil salir.
-Ya lo veremos.

domingo, 14 de julio de 2013

Sombra (Eva 12)

"Las sombras lo ocultan todo"

-¿El chico no nos acompaña?- Preguntó la mujer al llegar al final de las escaleras.

-No es necesario, estaba cansado y me pareció una buena idea que se quedase abajo.

-O quizás no quieres que siguiese haciendo preguntas, ¿verdad?

Ignore su estúpida suposición, que realmente no era tan estúpida y pase hasta la puerta, bajo la inscripción y adornada con una obsidiana, lisa, negra y brillante. La abrí sin problema alguno, ya que el último anillo estaba en mi dedo.

Tras la puerta no había nada, solo oscuridad.

-Detrás de ti.- Murmuró el ángel.

Sin miedo alguno entre en la habitación. Estaba estaba oculta por oscuridad pura y por mi habilidad con las sombras pude ver todo lo que había en la estancia. La puerta de salida estaba a unos cien metro de la entrada y en los lados había rocas en un principio sin vida.

-Esto es una mierda, no veo nada.- Se quejó Lia de nuevo.

A su voz, de las rocas salieron unas panteras, o algo semejantes a ellas, negras y elegantes como la noche. Sigilosas rodearon a la mujer y esperaron a mi señal.

-Necesito que me devuelvas los anillos, Lia, incluido el de la luz.

-¿Para que los quieres? Ya no los vais a necesitar.

-Les prometí que se los devolvería. Considerarlo una cuestión sentimental.

-Muéstrate y te los daré.

domingo, 7 de julio de 2013

Luz (Eva 11)

"Siguiendo la luz se llega al final"

-Que frase más reveladora.- Comentó Lia.- ¿El anillo?

- En tu dedo.- Contesté, sonando más serio de lo que pretendía.

- Aquí el único que tiene derecho a estar enfadado es el crio humano, así que quita la cara larga.

Acto seguido empujo la puerta, adornada con un gran diamante en el sello, dando lugar a un pasillo con paredes de espejos.

-¿Dónde está la pega ahora?- Preguntó la mujer.

Sin vacilar, camine por el pasillo y no pasó nada en absoluto. A los pocos metros dimos a una intersección había otros tres caminos además de por dónde habíamos venido.

- ¿Por dónde, genio?

Observe todas las alternativas y me parecieron iguales, pasillos de espejos. Tenía que haber algo que los diferenciase, pero no lo veía.

Me encogí de hombros. Sabía que este laberinto tenía una lógica pero había que encontrarla. Zack se sentó en el suelo a la espera de tomar una decisión. Me fije que la sombra del chico huía de uno de los caminos.

- Siguiendo la luz se llega al final... Las sombras huyen de la luz...- Señalé la sombra de Zack. - Ese es el camino.

- ¿De dónde sacas esa absurda idea?- Preguntó la mujer.

- La inscripción en la puerta.

- ¿Esos garabatos?

-Esos garabatos son Enoquiano, el idioma de los ángeles. Tu idioma.

- Si... Si... El Enoquiano está sobrevalorado, además de pasado de moda.

-¿Los ángeles tienen un idioma propio?

-Si.- Asentí. - Es el que los ángeles enseñaron a los humanos. Luego los humanos trataron de construir una torre que les llevase al cielo y los ángeles se enfadaron y les hicieron olvidar el enoquiano.

- ¿La torre de Babel?- Observó el chico. Asentí de nuevo.

-Muy instructiva la lección de historia. Ahora el camino, por favor.

Volví a indicar el camino y ayude a Zack a levantarse. El chico se dejó ayudar, pero seguía enfadado.

- ¿Todos los relatos de la biblia son reales?

- No todos... Algunos y han sido modificados tantas veces que se desvían mucho de lo que originalmente paso.

- Otros directamente se los han inventado. Y no solo ocurre con la religión cristiana. Los romanos acertaron mucho aunque también tenían mucho cuento.- Convino la mujer unos pasos por delante.- ¿Y ahora?

Esta nueva intersección era igual que la anterior, tres nuevos pasillos de espejos. La resolución esta vez fue fácil seguimos rectos ya que nuestras sombras seguían a nuestras espaldas.

-¿Y qué ganas con ser dios? No me lo habéis dicho todavía.- Preguntó el chico que iba delante mía, pero detrás del ángel.- Me habéis dicho que tú le hiciste chantaje a él conmigo, y que al final de la Torre te harás dios, pero ¿Para qué?

Estaba claro que Zack no me estaba preguntando a mí, sino a la mujer, por lo que fue ella quien respondió mientras seguía caminando.

-Omnipotencia, onmisabiduria, omnisciencia... ¿Te suena de algo?

El chico se volvió hacia mí con cara de sorpresa.

-¿Y tú le vas a dejar?

Quería responderle la verdad, pero no podía o ella se daría cuenta de lo que pasaba y no estaba por la labor. Así que me limite a indicar el camino de nuevo en la intersección.

Al final de este nuevo corredor estaba la puerta que indicaba la salida. El chico corrió por el hasta la puerta y se apoyó en ella.

-Lo siento, pero no permitiré que ella se convierta en dios, ¿quién sabe lo que sería capaz de hacer?

-Ahí está la gracia, niño. Nadie.- Contestó el ángel, caminando decidida a apartarlo.- Así que apártate de mi camino.

-No. Haré su trabajo, ya que él no parece hacerlo. No dejaré que pases.

-¿Ah no? ¿Tú y cuantos más?

En un segundo me coloqué entre Zack y la mujer, parando el golpe que iba dirigido al chico.

-No dejaré que le hagas daño.- Susurré con los dientes apretados. Hice que la mujer retrocediese unos pasos, los justos para poder volverme al joven y mirarle. -No tienes que hacerlo. Está todo bien. Confía en mí una vez más, por favor.

-No puedo dejar que por mi culpa esa mujer se convierta en dios. No me lo perdonaría en la vida.

-No tienes que hacerlo. Todo saldrá bien.- Le mire a los ojos y procuré que los míos expresasen la misma sinceridad que mis palabras.

Zack, sin apartar su vista de mí se hizo a un lado, dejando la puerta libre. La mujer aprovecho la ocasión y se coló por ella, comenzando a subir los nuevos escalones. Yo salí de la estancia seguido del muchacho.

-Quédate aquí, ¿vale? No hace falta que sigas subiendo. Solo queda mi prueba y es mejor que te quedes aquí y te repongas para salir corriendo. Luego te lo explicaré todo.

El chico asintió lentamente de nuevo. Acaricie su mejilla con mi dedo pulgar y le sonreí. Antes de irme le di un beso en la frente.