domingo, 30 de junio de 2013

Viento (Eva 10)

"Incluso el grano más pequeño puede con la inmensa roca"

-Muy bien, ya estamos, suelta el anillo.-Le di el anillo que pedía.- ¿Este fue el que le quitaste al fantasma baboso?

- Christopher el fantasma. Exacto.

La mujer abrió la puerta y tras ella aguardaba un desierto, que si bien era sin sol, parecía medio día. Solo se podía ver arena, lo que simulaba ser el cielo y una puerta negra en el medio.

-¿Quién es Christopher el fantasma baboso?- Preguntó Zack asomándose a la puerta.

- Como indica su nombre, es un fantasma.-Respondió el ángel rápidamente. - ¿Sabes? No me fío de lo que hay aquí. Ve a ver.- Y la mujer empujo a Zack que cayó sobre la ardiente arena.

Sorprendido, corrí tras el chico y le ayude a levantarse. Le quite algo de arena de la cara y le pedí disculpas.

En ese momento aparecieron lo que podían considerarse aletas de tiburón sobre la arena y venían hacia nosotros.

-¡Corre!

El chico corrió hacia la puerta y le cubrí las espaldas cuando las aletas se acercaban. Me pare en seco y las enfrente. Una de ellas me rodeo y siguió al chico, lo cual no me gusto y en mi mano creció una enorme guadaña la cual use para asestar un fatal golpe a esa aleta que se retorció y ocultó de nuevo en la arena. Por el contrario la otra aleta pudo atacarme y me empujo el pie, tirándome al suelo. Acto seguido viró y volvió hacia mí y haciéndose más grande.

-Sigue corriendo. - Grité al chico, el cual obedeció.

La aleta que se cernía sobre mi salto de la arena, dejando ver un auténtico tiburón de arena, con el cuerpo plateado, ojos rojos a los lados y largos y afilados dientes en la boca que estaba abierta y dispuesta a llevarse algún pedazo de mí. Use la guadaña en mi mano para alterar el salto del tiburón y asestarle un golpe.

Me levante y vi que Zack había llegado a la puerta y estaba a salvo. En el otro lado se encontraba Lia, aguardando a ver qué pasaba.

- No voy a matarlos si es lo que estas esperando.

Comencé a caminar hacia Zack y los tiburones volvieron a aparecer. Esta vez podría controlarlos mejor. Así que según se acercaban los esquivaba. Uno de ellos se me acerco mucho durante uno de sus saltos y me araño con una aleta lateral. No sabía que esas aletas cortasen.

El corte dejo la arena manchada de sangre pero aun así continué. No tarde casi nada en llegar a la puerta, junto a Zack.

- Te han herido. - Exclamó el chico que se abalanzó sobre mi corte.

- No es nada, un rasguño. Sanará enseguida, no te preocupes.

En el otro lado estaba Lia decidiendo la estrategia que seguiría para cruzar. Al final decidió cruzar corriendo, como había hecho Zack. Los tiburones reaparecieron detrás de ella y le siguieron. Uno de ellos se abalanzó y como a mi le corto con una de las aletas laterales haciéndola caer. El otro tiburón aprovecho la ocasión.

En un rápido movimiento saque el arco y cargue una flecha oscura en él que dispare al tiburón que se iba a abalanzar. Le acerté justo en el ojo derecho. El cuerpo del tiburón aleteó un par de veces antes de ser engullido por la arena.

La mujer se levantó rauda y termino de salvar el tramo que le faltaba. El tiburón restante se ocultó en la arena.

- Podía yo sola.

- Seguro, pero prefiero no arriesgarme hasta que me des lo que me prometiste.

El ángel me ignoró y comenzó a subir escaleras.

- ¿Qué te prometió? -Preguntó Zack.

Me volví y le sonreí.

- ¿Estas bien? ¿No te has hecho daño?- Le pregunté evitando la pregunta.

- Estoy bien. No me esquives la pregunta ¿qué te prometió?

- Que te devolvería tu alma.

-Y un arco celestial.- Agregó la mujer.- Mi arco. Ahora, ¿Queréis dejar de ser tan empalagosos y seguir? Nos quedan dos pruebas más.

- ¿Qué hay de ti? - Preguntó el chico. -¿Que ganas con todo esto?

- Al final de la torre esta Eva, que convierte en dios a quien le posea. Ese es mi objetivo.

- Y tú te encargas de custodiarlo, ¿no?- Objetó el chico mirándome.

- Esto se pone interesante...- Murmuró la chica. Asentí.

- Yo y otros cinco.

- ¿Y estas traicionando a tus compañeros y a ti mismo por mí?

A eso no pude contestar, era mucho más complicado que eso. Me limite a mirar al suelo evitando contacto visual. El chico me abofeteó y yo no se lo impedí. Luego se limitó a subir escaleras.

-¿Problemas en el paraíso? - se regodeó la mujer y siguió a Zack.

domingo, 23 de junio de 2013

Fuego (Eva 9)

"La concentración es la calve del camino"

Una nueva frase custodiaba la siguiente puerta. Esta estaba adornada como las anteriores y en el centro del sello había un enorme rubí esperando a ser abierto.

Lia tendió la mano hacia mí y yo le entregue el anillo que le había quitado a la vampiresa y pudo abrir la puerta sin problema.

Tras ella había un inmenso lago de lava, se podía sentir el calor desde ahí y el olor a azufre era notorio.

- No quiero saber cómo habéis puesto un lago de lava en un tercer piso.

El chico parecía bastante aterrorizado, mientras la mujer escrutaba la sala con detenimiento.

- A mí me interesa más saber cómo cruzar.- La mirada de la mujer se posó en mi.- Y estoy segura que tú sabes algo.

Me salió media sonrisa que no pasó inadvertida para ninguno.

- La concentración es la calve del camino. -Cité lo que la puerta rezaba y luego me explique.- Si piensas en llegar al final, llegarás, mientras que si piensas en el suelo que pisas, te quemarás.

- Si sigues hablando en chino nadie te entiende, demoniucho.

Tire del chico hacia fuera y le pegue a la pared de las escaleras. Luego sostuve sus manos en las mías.

- Cierra los ojos.- Murmuré. En la cara de Zack solo se vería recelo y miedo.-¿Confías en mí, no?- El chico se obligó a asentir y luego cerró los ojos. - ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?

Mientras hacia la pregunta comencé a tirar del chico suavemente. El chico solo contesto con una negación de cabeza.

-Yo sí. Fue en la cafetería, tu primer día de trabajo. Eras el camarero más torpe que había visto y eso me gustó. Decidí que esas tartas no estaban tan mal si podía pedírtelas a ti y me contestabas con una sonrisa. Luego pude mirarte a los ojos y me atrapaste.- Pude ver como en sus labios se dibujaba una sonrisa. Lleve una de sus manos a mi hombro y deje mi mano acariciando su cara.

- Fue tarta de limón. - Contestó el chico. - Te serví un pedazo de tarta de limón y un café con vainilla. No lo recordaba.

Sus ojos se abrieron y me miraron, azules y penetrantes. Sonreí con satisfacción y no pude contenerme, por lo que me incline ligeramente sobre el chico y pose mis labios sobre los suyos en un suave y dulce beso. Me separé a los pocos segundos, sabiendo que no era el lugar más ideal, ni el momento más oportuno. Pero la cara de Zack ya era de felicidad y me satisfizo el resultado.

- ¿A que vino la historia?- Preguntó el chico aún con la sonrisa tonta. Señalé a mi alrededor y el muchacho miro. Estábamos en el otro lado del lago de lava.- ¿Cómo es posible?

- No te centraste en lo que pasabas sino en mí. Eso fue lo que te trajo hasta aquí.

- Muy bien, genio. -Gritó la mujer aun en el otro lado.- ¿Cómo quieres que pase yo?

-Céntrate en llegar hasta aquí y no pienses en el suelo. Mírame y camina, no mires al suelo.

-Qué fácil es decirlo. - Farfulló el ángel.

Extendí mi mano y en ella genere algo parecido a una roca o pelota de sombras. Acto seguido se la tire golpeándole en el hombro.

-¿Qué haces maldito creído?

- Hacer que cruces. - Repetí el proceso de nuevo esta vez le di en la rodilla.

Continué lanzándole cosas y golpeándola. Cuando ya estaba bastante amoratada y de los nervios, fue que la chica cargo contra mí, ignorando todo lo demás. Con dos pasos estaba aquí y no dudo en tratar de golpearme. Puede esquivar uno, e incluso dos golpes pero el tercero me dio de lleno en la cara, tirándome al suelo.

-¡Espera! Has cruzado, ¿verdad? - Pregunté en el suelo. Ella se lo pensó en lo que aproveche a levantarme. -Además, no ha sido para tanto.

- Pero si es irónico que un demonio apedree a un ángel. - Comentó la mujer y me asestó otro puñetazo, el cual no esperaba y dolió tanto como podía.

- ¿Y eso?

- Por imbécil.

Rodé los ojos y comenzamos a subir las escaleras que había tras la puerta.

- ¿Tu eres un demonio? ¿De esos con cuernos y patas de cabra?- Preguntó el chico tras de mí.

Me volví hacia el muchacho, sonriente. Me gustaba que hicieran esas preguntas.

- ¿A caso tengo pintas de esos demonios con cuernos y patas de cabra?- Zack se tomó su tiempo para negar con la cabeza.- Si soy un demonio, mucho más viejo que la humanidad... Y las referencias que hayas podido tener sobre los de mi especie, sobre todo religiosas, no coinciden exactamente con la realidad.

-En la realidad es mucho peor... -Agregó la mujer que iba unos escalones más adelante.- Traficante de almas, torturador experto, traidor... y un largo etcétera. Y antes de que lo preguntes, no, no tengo alas de plumas ni ese rollo.

- ¿Es eso cierto?- Preguntó mirándome con una cara de máximo pesar. Asentí. No le veía el sentido a mentirle. Si bien, no era un traidor, no tenía que discutir eso ahora mismo.- ¿Y porque estoy aquí?

-Eso quiero responderlo yo también. - Dijo la mujer bajando un par de escalones y apoyándose en mi hombro.- Veras yo compré tu alma hace un año, ¿te acuerdas? Bien. Yo le chantajee al caballero de aquí, si se le puede llamar caballero. Y aquí estamos.

- No lo entiendo...

- Que niño más corto... ¿No había uno más tonto en el mercado?

- No le insultes.- Gruñí.

- Es igual, tú le gustas, le haces tilín, le pones. Te ama.- Contestó la mujer al fin. Algo que yo no terminaba de aceptar.- Y el amor, queridos, es demasiado fácil de explotar.

Ahora mismo estaba avergonzado, muy avergonzado. No era justo para él estar aquí por mi culpa.

- Lo siento.- Murmuré mirando al suelo. - No quería algo así para ti.

-Estoy bien. No he sufrido daño alguno y te he conocido más en estas últimas horas que en el último año.

El chico subió un par de escalones y se puso a mi altura. Le mire a los ojos y tenía un leve brillo lo que me inspiro a sonreírle y lleve una mano a su mejilla y la acaricie suavemente.

- Pero quiero seguir conociéndote, por mucho miedo que dé o de lo malo que haya sido.

- Está bien. Responderé a tus preguntas, todas y cada una de ellas. Pero antes salgamos de aquí.

domingo, 16 de junio de 2013

Tierra (Eva 8)

"Un murmullo puede traer un gran eco"

Es lo que ponía sobre la nueva puerta al final de otras casi interminables escaleras. Esta era igual que la anterior, pero en lugar de un zafiro, esta disponía de un rubí tallado en el sello. Esta vez, el ángel no se molestó en tratar de abrir la puerta y directamente me pidió el anillo que abría la puerta. Se lo di y abrió sin problemas, dejando un vacío enorme, salvado únicamente por un puente colgante.

-Voy a sospechar que hay truco.

La mujer se asomó al abismo y comprobó que no era una ilusión y que si tenía profundidad, no como el agua de hace un rato. También tocó el puente que parecía sólido como lo aparentaba.

-Me rindo. ¿Y el truco?- En respuesta, me encogí de hombros.- Pues ve tú delante, te sigo.

Asentí. Cogí la mano de Zack, que me la tomó sin protestar y comencé a caminar por los listones del puente. Ante nosotros cayó una enorme roca, que atravesó un tablón, dejando un gran agujero en este. Cayó otra roca al lado de Zack, que le hizo sobresaltarse y perder el equilibrio. Le sostuve y le pegué a mi cuerpo.

Pero la lluvia de guijarros siguió, por lo que apuramos el paso antes de que el puente cediese y no pudiéramos llegar al otro lado.

Para evitar que nos diese a nosotros, de mi sombra obtuve lo que vendría a ser un paraguas sólido. Las rocas golpeaban contra el material sombrío denso y evitaban que alcanzasen a Zack, pero me daba dolor de cabeza.

A escasos metros de completar el camino, una roca, del mismo ancho que el puente cayó en nuestro camino, impidiéndonos continuar.

-¿En serio? - Murmuré fastidiado.- Toma, sujeta esto.

Le tendí el paraguas al chico y cree una enorme espada larga, fina y muy cortante. Esperaba que fuera suficiente. Embestí contra nuestro impedimento y con un par de cortes, la roca parecía igual.

Acto seguido otra nueva roca más pequeña la golpeo, rompiendo el equilibrio que tenía la más grande y fue cuando se hicieron patentes los cortes, ya que los cortes hicieron que se empezasen a resbalar las diferentes partes de la roca hasta que finalmente solo quedaba la base de la roca.

Subí encima y ayude a Zack a subir para poder continuar.

-Erik... Tu nariz.- Murmuró.

Me lleve la mano a la parte mencionada y pude notar un fluido espeso y caliente. Me estaba sangrando la nariz. Estas rocas tenían algo que no era precisamente bueno.

Un crujido.

Una de las cuerdas que sujetaba el puente se rompió por la metralla pétrea que estaba soportando. Agarre al chico y volví a tirar de él, sorteando los pedruscos que empezaban a acumularse. Otra cuerda finalmente cedió. El puente no tardaría en terminar de romperse y caer al foso.

En una fracción de segundo tomé al humano y me lo eché al hombro, como si de un saco de patatas se tratase y corrí por lo que faltaba. El ángel nos seguía de cerca. Cuando alcance suelo seguro el puente cayó al vacío, pero la mujer no había llegado todavía y se aferró a Zack, tirando de él, y este a su vez de mí.

Los tres nos caímos al vacío. En lo que un reflejo me dio tiempo, clave algo en la pared, frenando nuestra caída. Pude notar el tirón que dio Zack y que a su vez dio Lia. Nos quedamos en suspensión sobre el vacío.

-¿Alguna otra idea, genio?- Preguntó la mujer.

-Desde luego, mejor que meternos en este embrollo de escalar la dichosa torre, sí.

-¿Soluciones? - Intervino Zack.

-Solo hay que escalar.- Contesté al chico, dado que tenía razón, discutir no solucionaba nada. Desgraciadamente el puente había cedió de este lado y los restos colgaban al otro lado del vacío.

-¿Cómo? - Inquirió la mujer. - La pared está demasiado lisa.

Tome aire. Respire hondo. Tenía que pensar algo. Si la pared era lisa, crearíamos irregularidades. Me concentre mucho y cree un artilugio que fuera capad de formar grandes socavones en la pared pero lo suficientemente juntos como para ser escalables.

¿Y si en lugar de hacer socavones hacia salientes? Podría hacer picos sombríos y usarlos para subir.

Para empezar cree uno de esos picos bajo mis pies y luego otro debajo de Zack y el ángel. Me solté del gancho que nos mantenía y caímos sobre los picos. Me había asegurado de que fueran más grandes para evitar riesgos innecesarios.

Me agache y ayudé a Zack a subir a mi pico.

-Ya tenéis algo donde escalar.

Con lentitud salimos del vacío, escuche muchas protestas del ángel y trate de ignorarla, cosa que ella se encargó de hacer difícil. Por suerte Zack me animaba con sus sonrisas.

Finalmente dimos con el borde del abismo y el alivio que sentí cuando el muchacho llego sano y salvo fue tal que se me olvido mantener el pico sombrío sobre el que estaba y pude notar como me caía.

Al menos el amago, ya que Lia me agarro de la muñeca y evito que cayese. Sin mucho esfuerzo termino de subirme.

-Gracias. No estoy seguro de si podría volver a subir.

-No lo hice por ti. Te necesito para llegar a la cima de la torre. Deberíamos seguir subiendo o no llegaremos nunca.

-Dame un respiro. - pedí mientras me sentaba en el primer escalón de las nuevas escaleras, escondidas tras la puerta.

-¿Cómo lo has hecho? Pensé que no se podía crear portales aquí dentro.

-Y no se puede.- contesté sin estar seguro sobre que estábamos hablando.

-¿Entonces cómo has creado todos esos picos?

-Pues eso, creándolos no he traído nada de ningún sitio. Puedo crear objetos a partir de sombras.

-¿Y no crees que eso es un dato interesante? - Preguntó la mujer, a lo que me encogí de hombros.

Claro que era interesante pero no le iba a contar todo lo que le resultara interesante. Y por supuesto no le iba a decir que mi intención es que no fuera a salir de la isla viva.

-¿Continuamos?- Comenté sin ganas de seguir con el interrogatorio.

Ambos asintieron con lo que me levanté y comencé a subir escaleras.

domingo, 9 de junio de 2013

Agua (Eva 7)

"El reflejo es la mejor forma de aprender sobre nosotros mismos"

Eso es lo que rezaba la puerta, más o menos. Llevábamos un buen rato subiendo escaleras en silencio, solo se oían nuestros pasos sobre las losas y el respirar cada vez más agitado de Zack. La puerta había aparecido al finalizar las escaleras. Esta estaba adornada con un zafiro azul en el medio y las letras aparecían rodeando el marco de la puerta.

-¿Cómo abrimos la puerta?- Preguntó Lia tras probar a abrirla sin éxito.

Del bolsillo del vaquero saqué un anillo del mismo color del zafiro de la puerta. Se lo tiré. La mujer lo examino y busco en la puerta algo donde ponerlo. Al parecer no encontró nada. Algo que no me sorprendo.

-Póntelo.- Murmuré.- Y empuja el cristal.

La rubia fue lo que hizo. Se colocó el anillo en el dedo anular y tocó el cristal levemente, haciendo que la puerta se abriese, dejando que la luz inundase la escalera. En la estancia había una pequeña isla en medio del mar. De hecho, donde acababa la losa del suelo de las escaleras empezaba el mar, de un color turquesa. A los lados solo había más y más mar, lo único que destacaba era otra puerta al otro lado de la pequeña isla, también suspendida sobre el mar.

-¿Cómo piensas llegar hasta allí?- Preguntó la mujer con ironía.- ¿Caminado sobre el agua?

-Por ejemplo.- Contesté.

Di un paso. Bajo el agua había arena y solo cubría hasta el tobillo. Me giré hacía ellos para decirles que no pasaba nada. La chica no tardo nada en dar el paso y encaminarse hacia la salida. Zack se lo pensó un poco más.

-No tengas miedo, yo te cubro.

Le tendí la mano y él la tomo, ayudándose para dar el paso y meter el pie en el agua tibia. Luego dio otro paso y camino con más seguridad.

-¿Que pega hay? - Preguntó la chica cuando llego a la islita que tenía una palmera en el medio.- Es demasiado fácil.

Justo al decir esas palabras, tras de ella apareció una sombra con su misma figura, como si de dos gotas de agua se tratasen, solo que una de ellas era negra completamente. Con un gesto de cabeza le indique que ahí tenía su respuesta.

En frente de mi surgió otra sombra con mi mismo aspecto, pero sin color alguno. Y justo tras mi sombra apareció la antagónica forma de Zack.

Instintivamente empuje al chico tras de mí y cree un arma de sombra. Mi doble hizo justo lo mismo y fue lo que me dio la pista de mi propio punto débil. El mismo que había aprovechado Lia, Zack. Estaba seguro que no podía ganarme a mí mismo, pero si hería a el Zack sombrío, mi yo se volvería loco el tiempo suficiente para rematarlo.

Lance un par de estocadas a mi sombra y jugué un par de veces con los pies, cuando bajo la guardia, aproveche para acercarme al doble humano. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, solo tuve que hacerle un ligero arañazo y se desvaneció como si se hubiera diluido en el agua.

Mi otro yo rugió y se lanzó con temible ira hacia mí. Solo tuve que esquivar y repeler algún golpe y en una estocada perdió la guardia, lo cual aproveche para herirle y para cuando cayó al suelo se deshizo en el agua.

Una vez seguro de que no corríamos peligro, me acerque de nuevo Zack y comprobé que estuviera bien. Me volví hacia el ángel que luchaba contra su sombra de manera muy impetuosa, sin perder terreno, pero sin ganarlo. Dado que si le dejaba así podíamos no acabar nunca, por lo que opte en intervenir. Me descolgué el arco y estrene mi reciente adquisición. No necesitaba de flecha alguna, ya que podía crearlas de sombra, lo cual convertía el arco en una potente arma. Tense la cuerda y una fina flecha apareció colocada. Solté la cuerda y el proyectil salió disparado hacia el objetivo, impactando directamente en la frente del ángel oscuro, que como nuestros dobles, se deshizo en el agua...

-Podía yo sola.- Reprochó.

-Pensé que querías llegar arriba del todo. Lo siento si me equivoque.

La mujer refunfuño y se volvió hacia la puerta. Zack y yo la seguimos. Tras el umbral aparecieron más escaleras ascendentes.

-¿Hay que seguir subiendo?

-Es una torre, ¿qué esperabas?- Refunfuñó la mujer mientras comenzaba la ascensión.

-¿No se os ocurrió un elevador cuando la construisteis?

-Se supone que forma parte de la prueba, la constancia y esas cosas.- Contesté.

-¿Y no podéis transportaros? Tú me has llevado un par de veces así.

La mujer se giró. Sabía que por su cabeza pasaba algo así como: "¿Cómo no se me ha podido ocurrir a mí?" Y lo intentó. Un par de veces.

-No puedo.- Sentenció.- ¿Porque no puedo?- Me miró a mi.

-No se puede. Leyes elementales. Eva esta en otro plano distinto al de los humanos y La Torre entera es un portal a ese plano. Nosotros para transportarnos creamos portales a otra dimensión y luego abrimos otro para volver pero en otro sitio.

-¿Y?- Respondió el ángel.

-No puedes poner un portal dentro de otro.- Contesté.

-Estúpidas leyes elementales.- Farfullo y siguió subiendo escaleras.

Yo me puse delante de Zack y le ofrecí mi espalda.

-Sube, a este piso invito yo.- Reí.

El chico no se lo pensó mucho y monto encima de mí. Ascendimos mucho más rápido.

domingo, 2 de junio de 2013

Entrada (Eva 6)

Tras de mí, entraron Lia y Zack. Hacía frío y el suelo era resbaladizo pese a ser de pura roca. Además la única luz era la que entraba por la puerta. En las paredes había soportes para antorchas pero no recuerdo que se hubieran usado alguna vez.

Pero lo más interesante de la estancia residía en el fondo de esta.

-¿Eso que se oye es un gruñido?- Preguntó el chico.

-A mí me suena más a un ronquido.- Respondió el ángel.

Camine hacia el interior, pude observar que en el techo de la cavidad colgaban finas estalactitas, amenazantes como cuchillos.

-¡Hey! ¡Grandullón! Tienes visita.- Brame a la oscuridad.

Se oyó el tintineo metálico de cadenas y un bostezo. Noté como algo se movía en la oscuridad y se acercaba. Una ráfaga de aire helado me atravesó. Sabía que tenía la nariz del guardián a pocos centímetros de mí.

-Deberías de limpiarte los dientes, Cer, te apesta el aliento.

-Y tú deberías de acordarte de traer comida más a menudo, Erik.- Contestó una voz hosca y grave.

-Si... Nos morimos de hambre.- Contestó otra voz igual de hosca y ronca.

-Mirad, sí que ha traído algo...- Observó una tercera voz, como las anteriores.

-¿Porqué tengo la sensación de que no me va a gustar el resultado de lo que ocurra? -Objetó Zack a mi espalda.

-Yo no soy comida, chucho sarnoso. Quítate de mi camino y déjame pasar.- Gritó Lia.

-¿Chucho? -Repitieron las tres voces a la vez.

-Nos ha llamado chucho, hermanos.-Dijo una de ellas.

Se volvió a mover algo en la oscuridad con su consiguiente tintineo de cadenas. Ahora se podía apreciar claramente de que se trataba, un enorme perro, que casi llegaba al techo del gran rellano, y poseedor de tres cabezas, lo que explicaba las tres voces diferentes pero parecidas. Además tenia parte del cuerpo congelado, o al menos, cubierto de hielo.

-Erik, ¿Qué nos has traído? ¿Un ángel?

Encogí los hombros como respuesta. Me alejé lentamente de la mujer, empujando a Zack conmigo.

-¿Algún problema, chucho? Apártate y déjanos pasar.

Podía oír como el enorme sabueso gruñía a Lia que no estaba siendo encantadora precisamente. En cualquier momento se le lanzaría encima y posiblemente el cerbero perdería.

El tricéfalo ladró con fuerza, y por su boca salieron témpanos de hielo. Con un acto reflejo, nos cubrí a Zack y a mí, con una capa de sombras que desviaron las armas arrojadizas.

El ángel se había puesto a atacar sin demora, era la primera vez que la veía mover un dedo y que no fuera para molestar. Asestó varios golpes tanto en el cuerpo como en cada una de las cabezas del guardián.

El último de esos fatales golpes, empujo a Cerbero hasta la pared, con lo que retumbo toda la estancia y las estalactitas del techo bambolearon amenazadoramente. El perro se quejó y trato de ponerse de pie de nuevo, pero no tuvo éxito y volvió a caerse contra la pared, haciendo que las estalactitas temblasen más.

Algunas empezaron a caer.

Agarre a Zack por la muñeca y tire de él hacia la puerta que era custodiada por el cánido. Tuve que esquivar muchos témpanos que se quedaban clavados en el suelo y otros muchos que se abalanzaban sobre nosotros. Abrí la puerta de un golpe y pasamos a unas escaleras sin peligro alguno. Lia nos siguió y cerró la puerta tras nosotros.

La estancia era oscura, pero se podía ver, era húmeda y hacía fresco.

-¿Qué era eso?- Preguntó el humano con los ojos abiertos como platos.

-Se llama Cerbero, es el guardián de la torre.

-Te conocía.- Asentí, no me parecía algo tan raro.- No me estoy enterando de nada.

-Es normal, todo ha ocurrido muy rápido. No debería de haber sido así.- Contesté con tono sereno y calmado, con intención de que no sonara tan malo de cómo era.

-Te lo explicaré rápido, fácil y para toda la familia.- El ángel bajo los pocos escalones que había subido.- Él es un demonio que trafica con almas humanas. Yo soy un ángel, que velo por la humanidad.- En estas últimas palabras la mujer hizo unas señas de comillas con los dedos.- Tú eres un simple humano. Le hice chantaje al demonio de aquí contigo para que me trajera hasta aquí y me ayudara a conseguir lo que hay al final de estas escaleras.

El silencio del chico se hizo patente y no quise hacer mas referencia a ello por el momento. La mujer comenzó a subir los escalones. Hice una seña a Zack para que le siguiese y empecé a subir escaleras tras ellos dos.