domingo, 7 de octubre de 2012

4. Guardianes del sueño


Aquí esta el cuarto capítulo de la saga, desde el punto de vista de Walker. Le conoceremos un pelín mas, descubriremos su gran afición por el chocolate y conoceremos a Eric, un chico con varios problemas... Pero ya os dejo leerlo a vosotros.

Fui a comer, y tal como habíamos acordado, Nina Dalton vino conmigo, pero se trajo a sus amigos. La primera que se presento fue Tara, que se ofreció como compañera para hacer unos odiosos ejercicios de mates y no se ha separado de mi lado desde entonces. Nina se había emparejado con el chico que quedaba en la clase. Lo reconocí como el chico asustadizo de los pasillos en mi sueño. No fue difícil distinguir ese aspecto desgarbado.

Luego llegaron, Mike, que era el novio de Nina, con su amigo Tom. A este último le reconocí, era el que a noche estaba acosando al otro chico en los pasillos del instituto del mundo de los sueños. Ambos, Mike y Tom, eran montañas de musculo y llevaban chaquetas del equipo de futbol.

Por último apareció Jona, o Hana… Bueno, algo así. Era la chica mas delgada que había visto, llevaba tacones altísimos y un vestido que remarcaba sus escasas curvas.

Todos ellos se sentaron en una mesa y comieron hablando de sus cosas, sobretodo de otra gente, cotilleos, vaya. No estaba muy interesado. Los chicos empezaron a hablar de futbol, Luke era un fanático, pero yo siempre acaba durmiéndome en el sofá cada vez que trataba de ver un partido con él. Además las alineaciones que iban a hacer en su próximo partido no era un tema de mi incumbencia.

-Cuéntanos algo de ti.- Dijo la chica delgada y morena, agitando el tenedor hacia mí.- ¿Cómo alguien de la gran ciudad como Nueva York se muda a un pueblecito como este? Yo daría un brazo… Bueno, un brazo no, pero una uña del pie si, por salir de aquí.

-Cuanto sacrificio…- Murmuro Nina.

-Dejad de parlotear…- Les riño la tercera chica, que no me había quitado la vista, ni siquiera cuando le miraba.- Dejar que conteste. Dinos Walker, ¿Cómo acabaste aquí?

-Pues no sé…- Dije mientras encogía los hombros.- A Luke le ofrecieron el trabajo aquí, y nos mudamos. No hay una razón mas especifica…

Vale, estaba mintiendo. Luke la había elegido para encontrar a Nina y enseñarla los trucos de los sueños antes de que hiciese algo que no debiera. Pero eso no podía contar. Y también estaba la causa de Nick.

-¿Luke?- Inquirió la primera, la delgada.- ¿Quieres decir tu padre?

Negué con la cabeza. No iba a hablar de eso con unos desconocidos y mas sabiendo que eran los cotillas oficiales. Las tres chicas me miraron con ganas de saber.

-Luke es mi tío.- Conteste.- Es el hermano de mi padre.

-¿Y que les paso a tu padres? –Pregunto la chica regordeta, la que no me quitaba ojo.- ¿Por qué no están contigo?

Baje la mirada a una pequeña grieta que había en la mesa, hasta yo mismo note como se me ensombrecía la cara. Luke siempre ha dicho que no se ocultar bien lo que siento, nunca le lleve la contraria.

Nina puso su mano sobre la mía, que no me había dado cuenta que estaba sobre la mesa. La chica regordeta se junto más a mí y me abrazo. Fue un abrazo como otros tantos que he recibido, tratando de calentarme y hacerme sentir mejor, pero nunca son tan reconfortantes como creen que son.

-¿Y que les ha pasado?- Insistió la chica flaca.

-¡Hanna! – La riñeron las dos amigas a la vez.

-No pasa nada.- Dije tratando de sonreír de nuevo.- Creo que voy a ir a la biblioteca a ver si tienen algún libro interesante.

Me separe de las chicas y me aleje de allí. Respire hondo en cuanto salí del comedor. Trate de recomponerme lo más rápido que pude, olvidando lo que había pasado. Entre en unos servicios, me refresque la cara y los ojos llorosos se disimularon. Luke era un excelente tutor, pero echaba de menos a mis padres.

Me miré al espejo. El pelo rubio estaba despeinado y los ojos azules tenían expresión triste. Trate de sonreír, pero no conseguía convencerme. Volví a respirar hondo y pensé que después de ir a la biblioteca podría ir a comprar chocolate y pasear con Spike. Eso si me animó mas. Mi yo del espejo, estaba mas contento y los ojos volvían a tener ese color azul intenso.

Salí del aseo y busque la biblioteca, no me costó mucho encontrarla, y menos con el letrero que le habían puesto. Entre y empecé a buscar libros entre las estanterías. Sin encontrar ninguno que me convenciese más, cogí “La huella del diablo” de Kathy Reichs.

La bibliotecaria, una mujer a punto de jubilarse, con su cara plagada de arrugas y un pelo canoso, me pregunto si tenía el carné y le conteste negativamente, a lo cual ella procedió a hacerme uno. Mientras se ponía a ello, otro chico llegó, y devolvió un libro y se puso a buscar.

Pensé de donde le conocía y caí rápidamente. Era el chico de la clase de matemáticas, el que había sido acosado en sus sueños por un fantasma gelatinoso. Consideré la posibilidad de presentarme, ¿Qué podía perder? Era una amistad mas, seguro que Luke estaría de acuerdo.

-Hola. Soy Walker Hale.- Me presente y le tendí mi mano para estrecharla, con la mejor de mis sonrisas.- Creo que estamos en la misma clase de matemáticas.

-Oh. Sí, el chico nuevo.- Contesto y me estrecho la mano.- Eric Nash.- Luego siguió a lo suyo.

Luego decían que yo era poco sociable… La bibliotecaria me llamo, diciendo que ya tenia mi carné listo. Fui a recogerlo y me permitió sacar el libro que había elegido. El chico hizo lo mismo que yo, cogió un libro se lo dio a la bibliotecaria.

-¿Conoces algún sitio donde haya buen chocolate?- Le pregunté mientras salíamos de la biblioteca.

-Te agradezco lo simpático que eres, pero eres nuevo y no te conviene hablar conmigo.- Contestó con voz plana y resignada.

-¿Y eso? –Pregunté con curiosidad, nunca me habían dicho que no es conveniente hablar con un compañero de clase.

-Soy el marginado de la clase… El objetivo de todas y cada una de las bromas y burlas que se gestan en este instituto… No te acerques a mí y no te salpicaran.

-¿Burlas?- Repetí. Pocas veces se han burlado de mí. Tenía bastante mal carácter en ese aspecto.- No me importa lo que piensen y digan de mi.

Le abrí la puerta y le deje pasar. Una vez fuera me dedico una sonrisa triste.

-Ojala fuera como tú… Pero por mucho que no me importe, es molesto que te lo griten por todos lados y que tu cara aparezca en carteles empapelando cada pared del instituto. Pero da igual, no es tu problema.

El chico me dio pena. Había logrado ayudarlo en el mundo de los sueños, ya pensaría la forma de ayudarle en el mundo real.

-No dejes que gente de mente estrecha te impida seguir soñando.- Le dije al chico, es la frase que me decía mi madre siempre que tenia problemas. Cuando era pequeño no entendía su total significado, ahora lo comprendía y estaba totalmente de acuerdo. Le dedique una sonrisa. El chico me respondió con otra.- ¿Qué me dices de esa tienda de chocolate?

-Humm, ¿chocolate? Deberías ir a la pastelería de la abuela Smith. Hacen los mejores pastelitos de la ciudad.

-La pastelería de la abuela Smith.- Repetí. – Perfecto…- Me gire hacia el paseo comercial. Y luego me volví a girar hacia el chico con cara de perdido y con una suplica.

-Ya… No sabes donde esta…- Dedujo él y se rio.- Mira, subes por la gran vía y la tercera a mano derecha, no es una calle grande, pero esta ahí, no muy escondida.

-¿No quieres venir? – Le pregunté. Él declino la oferta.

-Tengo muchas cosas que hacer en casa.

Nos despedimos y cada uno nos fuimos por un lado. Fui a donde me indico, y efectivamente, en la tercera calle a mano derecha había una pequeña calle y en el comienzo de ella, había una panadería-pastelería que no llamaba la atención. Sería uno de esos sitios que se gana la fama con el boca a boca en lugar de con publicidad. Entre y la campanita de la puerta sonó, avisando a una señora de mediana edad y pelo claro que asomo por la puerta de la trastienda con una sonrisa.

-Hola, ¿en que puedo ayudarte, chico?

-Pues…- Dije no muy seguro.- Me gusta el chocolate y me han recomendado que venga aquí.

La mujer rio y asintió.

-Pues te han indicado muy bien. Tenemos el mejor chocolate de todo el condado. Y esta mal que yo lo diga, pero es cierto. Mira, te voy a poner esto, -Y señalo unas cajas con chocolates- los llamamos chocolatones, son como onzas de chocolate, pero mas grandes. ¿Qué tipo de chocolate te gusta?

-Cualquiera, todos me encantan.

La mujer sonrió de nuevo y metió en una cajita un par de cada tipo de esas enormes onzas de chocolate. Se me hacia la boca agua, tenían una pinta estupenda. Luego lo peso y me lo tendió.

-¿Algo mas que te haya llamado la atención?

-Si.- Dije y señale unas enormes magdalenas, al parecer en esa tienda no sabían hacer el tamaño normal.- Esas magdalenas, ponme una, de chocolate.

-Pues si que te gusta el chocolate. – Contesto la mujer mientras me ponía lo que le había dicho.- Y como me has caído bien, te voy a dar otra. -Y puso otra de esas en la bolsa que había preparado.- ¿Eso es todo?

-Me llevaría la tienda entera.- Observe- Pero de momento con eso me conformo.

-Muy bien. Son siete con setenta.

Le entregue el dinero y salí de la tienda, haciendo que la campanita sobre la puerta tintinease de nuevo. Camine hacia la gran vía y justo Luke pasaba. Paro el coche un poco mas arriba. Camine hasta donde había aparcado.

-¿Qué tal el primer dia? – Pregunto bajando la ventanilla del copiloto, la que me pillaba mas cerca.

-Tan bien como puede ir el primer dia.- Conteste.- Y antes de que lo digas, la encontré, es la hija de los vecinos de enfrente.

-¡Que casualidad! ¿Y te llevas bien con ella?

-Bueno, eso intentaré. De momento me he tenido que apuntar al club de matemáticas.

-Pero si odias las matemáticas.- Observo mi tío. Yo me encogí de hombros.- De cualquier manera, ¿Qué haces aquí? ¿Ya has acabado las clases?

-Si. – Conteste llanamente.- Pregunte donde encontrar buen chocolate y me recomendaron la pastelería, y aquí estoy.- Coloque la bolsa con la caja y las magdalenas gigantes en la puerta.

-Eso es mucho…- Volvió a observar. – No entiendo como puedes comer tal cantidad de chocolate y estar como estas… -Dijo mientras cogía un poco de una de las magdalenas y se lo llevaba a la boca.- Esto esta muy bueno…

-Pues tendrás que esperar… No vaya a ser que llegues tarde a trabajar el primer día.

-Cierto. – Coincidió el hombre.- Esta noche nos vemos.

Me separe del coche y espere a que arrancara y se marchara. Luego emprendí el camino de vuelta a casa. Había que decir que los chocolatones estaban buenísimos. Solo comí uno, era empalagoso y muy dulce. Me encanto.

Una vez en casa guarde los chocolates en la nevera y las magdalenas las cubrí con un trapo para que no se pusieran duras. Luego cogí la correa de Spike y me fui a andar a buen ritmo con mi perro. Era una gran compañía.

Estuvimos fuera como media tarde, cuando llegamos a casa ya estaba oscureciendo. Me di una relajante ducha y me prepare la cena, sabía que Luke llegaría tarde y no me iba a perdonar que le esperara a cenar. En la tele no estaban dando nada interesante, en ninguno de los treinta primeros canales en los que hice zapping, así que subí las escaleras, seguido de Spike y me tumbe en la cama, puse el estéreo y empecé a leer el libro que había cogido en la biblioteca.

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