Meisner aparco delante de una casita de dos pisos, en las afueras del barrio residencial de Boston. La calle y el coche estaba cubierto de una gruesa manta de nieve y la casa estaba adornada con luces rojas y verdes.
-¿Estas listo?- Me pregunto con una voz suave.
-¿Se esta alguna vez listo?
Me dio un beso en la mejilla de ánimo antes de bajar del coche. Yo hice lo mismo, con mi mochila al hombro y camine por la nieve hasta el pórtico que guarecía la entrada de la nieve. Los pequeños escalones resbalaban. El hombre lobo llamo a la puerta y a los pocos segundos apareció una señora de unos sesenta años con una gran sonrisa.
-¡Damien!- Exclamo la señora al verle y le dio un abrazo y un par de besos.
Detrás de la señora apareció un hombre, alto y vigoroso que se parecía mucho a Meisner, pero más mayor y más canoso, pero igual de alto y vigoroso. Este le dio un fuerte abrazo.
-Tú debes de ser Krishna.- Dijo la señora.- Damien ha hablado mucho de ti, aunque no tanto como nos gustaría.- Dijo riéndose a lo que solo pude sonreír y mirar al citado para recordar que luego debía de reñirle.- Yo soy Kela, la madre de Damien, y este de aquí es su padre Ryan.
El hombre me tendió una mano y se la estreche con fuerza, aunque el respondió con más fuerza aun. Luego nos invitaron a entrar. Dejamos las cosas en el recibidor y pasamos a la sala, presidida por una gran chimenea y sofás y sillones alrededor, decorado todo con adornos navideños.
-¿Estas listo?- Me pregunto con una voz suave.
-¿Se esta alguna vez listo?
Me dio un beso en la mejilla de ánimo antes de bajar del coche. Yo hice lo mismo, con mi mochila al hombro y camine por la nieve hasta el pórtico que guarecía la entrada de la nieve. Los pequeños escalones resbalaban. El hombre lobo llamo a la puerta y a los pocos segundos apareció una señora de unos sesenta años con una gran sonrisa.
-¡Damien!- Exclamo la señora al verle y le dio un abrazo y un par de besos.
Detrás de la señora apareció un hombre, alto y vigoroso que se parecía mucho a Meisner, pero más mayor y más canoso, pero igual de alto y vigoroso. Este le dio un fuerte abrazo.
-Tú debes de ser Krishna.- Dijo la señora.- Damien ha hablado mucho de ti, aunque no tanto como nos gustaría.- Dijo riéndose a lo que solo pude sonreír y mirar al citado para recordar que luego debía de reñirle.- Yo soy Kela, la madre de Damien, y este de aquí es su padre Ryan.
El hombre me tendió una mano y se la estreche con fuerza, aunque el respondió con más fuerza aun. Luego nos invitaron a entrar. Dejamos las cosas en el recibidor y pasamos a la sala, presidida por una gran chimenea y sofás y sillones alrededor, decorado todo con adornos navideños.